LUIS ALBERTO DE CUENCA
LA NOCHE MADRILEÑA
Recuerdos de la noche madrileña, en agosto,
cuando todos se habían ido de veraneo,
y no había mesajes en el contestador,
y no llegaban cartas de nadie (ni siquiera
sueltos de propaganda), y el calor invadía
tu casa como un brote de cáncer incurable
(no habías puesto aún aire acondicionado),
y ella estaba con otro en el Sur o en el Norte
(nunca supiste dónde), y de repente echabas
a andar, sin rumbo fijo, por las calles desiertas
con ganas de morirte, pensando que la vida
era un cuento de Kafka o de Edgar Allan Poe
(por lo menos), y entonces, sin que supieras cómo,
más allá de las tiendas cerradas y de los bares,
veías un espectro de luz que se acercaba
y, una vez junto a ti, te decía: "Muchacho,
soy tu ángel de la guarda. Dios dice que te diga
que te envidia: tú solo, y en Madrid, y en agosto,
sin novia y sin amigos, con calor y sin cartas,
¿no deberías darte gracias al Rey de Reyes
por tanta dicha junta?", y desaparecía,
y a la noche seguinte volvía a aparecer,
diciéndote lo mismo, y tú estabas a punto
de morirte de risa, y una vez más la noche
madrileña lograba liberar tu cerebro
de ansiedades estúpidas.
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A NOITE MADRILENA
Recordações da noite madrilena em agosto,,
quando todos tinham partido de férias
e não havia mensagens no atendedor
e não chegavam cartas de ninguém (nem sequer
folhetos de propaganda) e o calor invadia
a tua casa como um rebento de cancro incurável
(não tinhas ainda instalado ar condicionado)
e ela estava com outro no Sul ou no Norte
(nunca soubeste onde), e de repente desatavas
a andar , sem rumo fixo, pelas ruas desertas
com ganas de morrer, pensando que a vida
era um conto de Kafka ou Edgar Allan Poe
(pelo menos), e então, sem saberes como,
para além das lojas fechadas e dos bares,
vias um espectro luminoso que se aproximava
e, ao chegar junto a ti, dizia: "Rapaz,
sou o teu anjo da guarda. Deus diz que te diga
que te inveja; tu sozinho, e em Madrid, e em agosto,
sem namorada e sem amigos, com calor e sem cartas,
não deverias dar graças ao Rei dos Reis
por tanta felicidade junta?" e desaparecia
e na noite seguinte voltava a aparecer,
dizendo-te o mesmo, e tu estavas quase
a morrer de riso, e uma vez mais a noite
madrilena lograva libertar o teu cérebro
de ansiedades estúpidas.
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