MIGUEL D'ORS
ORACIÓN POR NOSOTROS, LOS DE SIEMPRE
"Todo esto del Concilio está muy bien, pero
desengañate: al final, al Cielo iremos los de
siempre".
(De un chiste de Mingote)
Aqui estamos nosotros, los de siempre,
nuestra virtud, que Tú tan bien conoces.
Nosotros te creímos casi desde la cuna,
y hasta aqui Te seguimos
con paso regular, sin armar alboroto.
Perdónanos, Señor.
Ni un minuto de duda.
No robamos a nadie, no injuriamos;
a la mujer del prójimo, ni un siquiera mirarla;
no quebrantamos nunca
el domingo, la Pascua, los ayunos,
los diezmos y primicias. Tú lo sabes:
los tuyos siempre. (Y sabes
que no sieümpre fue fácil). Perdónanos, Señor.
Mientras nuestros hermanos menores se embriagaban
en burdeles rfemotos, nosotros con los bueyes,
podando, vendimiando de sol a sol, doblados,
aguantándole al viejo
su malhumor, su gota, el que siempre estuviera
hablándonos del otro - el sinvergüerza aquel-.
Y de dinero, justos. Perdónanos, Señor.
Cuando Simón ("el Piedra")
Te negaba tres veces (y nosotros
temblábamos detrás de los olivos),
nuestro silencio estaba -Tú lo sabes-
contigo. Y no digamos cuando Judas
Te traicionó. Perdónanos, Señor.
A nosotros no nos
hizo falta que nos crucificasen
a Tu derecha para creer en Ti -a última hora,
viendo ya de muy cerca
las puertas del Infierno ("Así cualquiera")-,
ni caer de un caballo,
ni reclamar a voces confesión
como los bandoleros de las viejas comedias,
que ene un solo minuto ¡zas!, santos de primera.
Nosotros veinticuaro horas al día,
treinta días al mes, doce meses al año,
rectos en Tu camino. Perdónanos, Señor.
Mientras otras ovejas se Te decarrilaban,
nosotros, gente de orden,
responsables, tranquilos, trabajando,
artesanos callados, en nuestra salvación.
Perdónanos, Señor.
Porque no Te entendiemos:
vuelve a casa el perdido
aquel, olendo a piara todavía,
y Tú que le organizas la gran fiesta;
a los que se pusieron
a trabajar cuando era prácticamente noche,
el 100% del sueldo; y a Simón le haces Papa.
Y nosotros, perplejos: "Pues si que fuimos primos".
Perdónanos, Señor.
No Te entendimos.
Algunos nos decían: "Os ha faltado Amor";
y hubo quien sentenció que las mismas rameras
entrarán en Tu reino delante de nosotros.
Y nosotros, perplejos: "Qué justicia es la Tuya?"
Perdónanos, Señor.
Tú sabes que lo hacíamos
todo por agradarte.
Tú sabes que si fuimos como fuimos,
si tuvimos estrecho el corazón,
si medimos en gramos, segundos y milímetros
la inmensidad de Tu misericordia
fue porque así formábamos parte de Tus designios:
la sombra que hace más clamorosa la luz.
Perdónanos, Señor. Y en nuestras obras mira,
más que los resultados,
las buenas intenciones.
30-I-2003
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ORAÇÃO POR NÓS. OS DE SEMPRE
"Tudo isto do Concílio está muito bem, mas
desengana-te: no fim, para o céh, iremos os de
sempre".
(De um chiste de Mingote).
Aqui estamos, os de sempre,
a nossa virtude, que Tu tão bem conheces.
Cremos em Ti quase desde o berço,
e até aqui Te seguimos
com passo regular, sem armar alvoroço.
Perdoa-nos, Senhor.
Nem um minuto de dúvida.
Não roubamos ninguém, não injuriamos;
à mulher do próximo, nem sequer mirá-la;
não falhamos nunca o domingo, a Páscoa, os jejuns,
os dízimos e prmícias. Tu sabe-lo:
teus sempre. (E sabes
que nem sempre foi fácil). Perdoa-nos, Senhor.
Enquanto os nossos irmãos menores se embriagavam
em bordéis remotos, nós, com os bois,
podando, vindimando de sol a sol, dobrados,
aguentando ao velho
o seu mau humor, a sua gota, que estivesse sempre
a falar-nos do outro -esse sem vergonha-.
E de dinheiro, apertados. Perdoa-nos, Senhor.
Quando Simão ("o Pedra")
Te negou três vezes (e nós
tremiamos atrás das oliveiras)
o nosso silêncio estava - Tu sabe-lo -
contigo. Para não falar quando Judas
Te atraiçoou. Perdoa-nos, Senhor.
A nós não
foi necessário que nos crucificassem
à Tua direita para crer em Ti - à última hora,
vendo já de muito perto
as portas do Inferno ("Assim qualquer um") -,
nem cair de um cavalo,
nem reclamar aos gritos confissão
como os bandidos das velhas comédias
que num minuto, zás!, santos de primeira.
Nós, vinte e quatro horas por dia,
trinta dias por mês, doze meses por ano,
rectos no Teu caminho. Perdoa-nos, Senhor.
Enquanto outras ovelhas se desencaminhavam,
nós, gente de ordem,
responsáveis, tranquilos, trabalhando,
artesãos calados, na nossa salvação.
Perdoa-nos, Senhor.
Porque não Te entendemos:
volta a casa aquele
perdido, cheirando ainda a bedum
e Tu organizas-lhe a grande festa;
a trabalhar quando era praticamente noite,
100% de soldo: e a Simão fazes Papa.
E nós, perplexos: "Pois se fomos primeiros".
Perdoa-nos, Senhor.
Tu sabes que fazíamos
tudo para agradar-te.
Tu sabes que se fomos como fomos,
se tivemos o coração estreito,
se medimos em gramas, segundos e milímetros
a imensidão da Tua misericórdia
foi porque assim formàvamos parte dos Teus desígnios:
a sombra que torna mais resplandecente a luz.
Perdoa-nos, Senhor. E nas nossas obras repara,
mais que nos resultados,
nas boas intenções.
30-I-2003
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