LUIS ALBERTO DE CUENCA

GUARDIANES DE FRONTERA

Que no vienen los bárbaros.

Que viven aqui dentro,

en esta herida abierta

que es el cerebro humano.

De modo que dejad 

de alardear, fogosos

corceles. Envainad,

heróes, vuestras espadas.

Los bárbaros existen

tan sólo en nuestras mentes,

y en ellas desarrollan

todas sus perversiones.

Son revolucionarios

que inauguran la Historia

cada día: patíbulos,

guillotinas, denuncias

anónimas, matanzas,

fusilamientos... Son

mensajeros del orden

y la verdad (¿a qué

orden y a qué verdad

se estarán referiendo?),

y en nombre de ese orden

y esa verdad instalan

el terror en el mundo.

Y no somos capaces

de dejar de inventarlos.

Seguimos, seguiremos

proyectando sus sombras

desde el fondo del alma.

Porque leyes y normas,

y principios que deben

defenderse, y fronteras

sagradas, y mujeres

y niños que salvar,

y civilizaciones

que corren el peligro

de extinguirse, no son

más que la cara amable

de una misma moneda

que tiene en el reverso

la serpiente del caos

y el veneno del odio.

Andamos por la vida

presumiendo de dioses

y en el fondo no somos

más que pobres, crueles

y estúpidos diablos.

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GUARDAS DE FRONTEIRA

Que não vêm os bárbaros.

Que vivem aqui dentro,

nesta ferida aberta

que é o cérebro humano.

De modo que deixai

de desfilar, fogosos

corcéis. Embainhai,

heróis, as vossas espadas.

Os bárbaros existem

apenas nas vossas mentes, 

e nelas desnvolvem

todas as suas perversões.

São revolucionários

que inauguram a História

a cada dia: patíbulos,

guilhotinas, denúncias

anónimas, matanças,

fusilamentos... São

mensageiros da ordem

e da verdade (a que

ordem e a que verdade

se estarâo referindo?)

e em nome dessa ordem

e dessa verdade instalam

o terror no mundo.

E não somos capazes

de deixar de inventá-los.

Seguimos, seguiremos

projectando as suas sombras

desde o fundo da alma.

Porque leis e normas

e princípios que devem 

defender-se e fronteiras 

sagradas e mulheres

e crianças para salvar

e civilizações

que correm o perigo

de extinguir-se não são

mais que a cara amável

de uma mesma moeda

que tem no reverso

a serpente do caos

e o veneno do ódio.

Andamos pela vida

presumindo de deuses

e no fundo não somos

mais que pobres, cruéis

e estúpidos diabos.