LUIS ALBERTO DE CUENCA
SOBRE UN POEMA DE LACENAIRE
¿Quién va a decirme qué es la vida?
¿Quién va a decirme qué es la muerte?
¿Qué es virtud? ¿Qué es filosofia?
Ver cómo sopla la fortuna.
¿Ciencia, honor? Ilusión, mentira.
¿Oro? Tumba de la inocencia.
Hasta la amistad es un sueño.
Sólo en ti mesmo está la dicha.
¡Feliz quien sueña que es amado!
¡Ojalá no despierte nunca!
El corazón se engaña siempre:
no hay sentimiento sin dolor.
Si te amas a ti mesmo, cumples
lo que Natureza ordena.
Si Dios existe, Dios es alguien
que disfruta consigo mismo
Dime, muchacho, ¿por qué huyes
de la muerte con tanto ahinco?
¿Por qué te aferras a la vida?
¿No ves lo absurdo que es vivir?
¿Por qué tiemblas ante un enigma
cuya solución no conoces?
¿Qué es nuestra alma? Un brillo inútil
que se apaga en la sepultura.
Abre los ojos, mira: todo
lo que respira nace y muere.
Sólo el orgullo de los hombres
presume de supervivencias.
Cuando llegue mi última hora,
pisoteadme y maldecidme.
¿De qué le sirven las plegarias
al árbol roto por el viento?
Me he reído de vuestros dioses
y de vuestras viles miserias.
Mi alma se perdió de niña
en la oscura noche del mundo,
pero no fue nunca perversa,
y los tristes la bendijeron.
Hay virtud en mi corazón:
una virtud que no es la vuestra.
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SOBRE UM POEMA DE LACENAIRE
Quem vai dizer-me o que é a vida?
Quem vai dizer-me o que é a morte?
Que é virtude? Que é filosofia?
Ver como sopra a fortuna.
Ciência, honra? Ilusão, mentira.
Ouro? Túmulo da inocência.
Até a amizade é um sonho.
Só em ti mesmo está a ventura.
Feliz quem sonha que é amado!
Oxalá não desperte nunca!
Oxalá não desperte nunca!
O coração engana-se sempre:
não há sentimento sem dor.
Se te amas a ti mesmo, cumpres
o que a Natureza ordena.
Se Deus existe, Deus é alguém
que desfruta consigo mesmo.
Diz-me, rapaz, por que foges
da morte com tanto afinco?
Por que te aferras à vida?
Não vês o absurdo que é viver?
Por que tremes perante um enigma
cuja solução não conheces?
Que é a nossa alma? Um brilho inútil
que se apaga na sepultura.
Abre os olhos, observa: tudo
o que respira nasce e morre.
Só o orgulho dos homens
presume a sobrevivência.
Quando chegar a minha última hora,
pisai-me e maldizei-me.
De que servem as súplicas
à árvore partida pelo vento?
Ri-me dos vossos deuses
e das vossas vis misérias.
De criança a minha alma perdeu-se
na noite escura do mundo,
mas nunca foi perversa
e os tristes bendizaram-me.
Há virtude no meu coração:
uma virtude que não é a vossa.
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