AURORA LUQUE
LA CHANCA, VERANO 1962
Sobre una fotografía de Carlos Pérez Siquier
Un niño se hace el muerto. Presenta asimetrías su calzón.
Está descalzo y juega a hacerse el muerto.
La niña está vestida. Mira al niño jugar.
Alargaron, con una franja a rayas, su vestido
de flores, por lo demás descoloridas.
Acarrea un botijo. Ya usa delantal.
Tres mujeres regresan de una fuente,
magras, morenas, jóvenes.
Aún no visten de negro. A la cintura,
delantales, cántaros escorados
y un botijo en la mano, a contrapeso.
Han ido a succionar, como avispas hidrófilas,
un água pequeñita.
Las casas son cubículos, panales
con cortezas de cal.
No hay caminos trazados, solamente
solares y barrancos con su polvo solar.
su solanera. Hace una solanera.
Es decir, que la luz
chupa con furia el mundo
y el sol baja y embiste como el toro
de la calamidad.
No hay nada en esta imagen
que no existiera ya en el neolítico.
La oscuridad del siglo va por dentro.
Desierto con criaturas,
criaturas con desierto,
la sed, la sed, la sed.
Yo nací ese verano.
Carlos, con teinta años, retratab,
con sus ojos de bardo,
la blanca y negra sed.
la ciega cara oscura de la luz.
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LA CHANCA, VERÂO DE 1962
Sobre uma fotografia de Carlos Pérez Siquier
Um menino finge-se morto. Os seus calções são assimétricos.
Está descalço e brinca a fingir-se morto.
A menina está vestida. Observa o menino brincar.
Alargaram com uma franja às riscas o seu vestido
de flores, além do mais descoloridas.
Acarreta uma bilha. Já usa avental.
Três mulheres regressam de uma fonte,
magras, morenas, jovens.
Ainda não vestem de preto. À cintura,
aventais, cântaros escorados
e uma bilha na mão como contrapeso.
Foram sugar, como vespas hidrófilas,
um bocadinho de água.
As casas são cubículos, favos
com casca de cal.
Não há caminhos traçados, somente
baldios, barrancos, com o seu pó solar,
a sua soalheira. Faz uma soalheira.
Quer dizer, a luz
chupa com fúria o mundo
e o sol baixa e investe como o touro
da calamidade.
Não há nada nesta imagem
que não existisse já no neolítico.
A escuridão do século está por dentro.
Deserto com pessoas,
pessoas com deserto,
a sede, a sede, a sede.
Nasci nesse verão.
Carlos, com trinta anos, retratava
com os seus olhos de bardo,
a branca e negra sede,
a cega cara escura da luz.
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